BITACORA DEL DESHIELO


BITACORA DEL DESHIELO

[ junio 06, 2005 ]

SEGUNDA VUELTA, PRIMER CÍRCULO

 

Veo sus ojos, hay algo oculto; no quiero saber si comparto esa mirada.
No son quienes conocí, no soy quien era. ¿Puedo decirles algo? Probablemente lo debido es hacer preguntas, parecer interesado, sonreír placidamente. Quedar en vernos otro día: No. Mejor apurar la decisión. Van y vienen palabras; ninguna explicación posible. Ya hace tanto tiempo de la última broma celebrada por todos. No hubo un triángulo amoroso; ni siquiera hay una pareja. Cada quien se fue con parte de su vida a cuestas. Ahora es extraño cuando nos llamábamos camaradas; cuando amigo era una palabra que se quedaba corta ante nosotros. Supongo también que no somos los únicos en las derrotas: es parte del paso del tiempo. Uno va guardando en esa condena de la memoria fragmentos de tiempo como lajas reune un río. Así lo estático frente a lo móvil, en lo dinámico; los recuerdos como las piedras cambiaron de lugar, fueron talladas para ser más finas. Perlas oscuras al fin.
Algunas veces les echo de menos por esa placidez en la cual nos hallabámos inmersos. Ellos lo saben, los culpo por el abandono. Acabo de tomar conciencia: incluso yo deserté. El germen de la separación venía de mucho tiempo antes, desde los albores. Ahí estabamos como un accidente. No actuamos para evitar el quiebre, el retiro de nuestras confianzas. Parece fuimos rehenes de un malhadado sino. Verdad: desde antes yo vivía con los abandonos. Una y otra vez escapaba y quedaba sin nada que no fueran esos recuerdos entre brumas o rehechos al gusto de mi estado de ánimo. Quizá yo mismo ya soy un relato distorsionado en las mentes, en los labios de otros. Un existencia nacida en vocablos de los otros.
Tiempo después se quebró la cinta de moebius. Lo fortuito fue destruido por el tiempo, quizás para nuevos encuentros sucesivos.
Se esfuerzan por resarcir el tiempo, por regresar a la confianza de los ayeres. Uno y otro sabemos de la imposibilidad; uno y otra esperamos revivir el sueño. Ese ayer nos devoró como una mala bestia; antes jugó un poco con nosotros. Para cuando regresamos incapaces eramos de ser los mismos; mirarnos a la cara era estar desnudos. Con la mirada venían todo nuestros abandonos. Necesitamos máscaras, las tenemos. La debilidad es añeja y seguirá por mucho tiempo. El ánimo sombrío corroe hasta la plata, vos sabés.

Reyes
[2:42 p.m.]

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