BITACORA DEL DESHIELO


BITACORA DEL DESHIELO

[ junio 29, 2004 ]

ESO SI ES EL INFINITO

 

El jueves de la semana pasada, jugadas del destino, ocurrió el funeral de un tío, hermano de mi padre y muy cercano a esta fracción de la familia. Mis dos asiduos lectores recordarán que escribí de él. Él vivió enfermo por varios años. El desenlace fue rápido. El jueves, en la madrugada llegamos, padres y hermanos míos y yo, al pueblo. Durante todo el camino cayó una tormenta. Llegamos cansados y sin saber qué sucedería.
¿Cómo puedo contarles que bajando de la camioneta donde viajaba por segundos no quisé entrar a la casa? Al igual es casi imposible describirles cómo era una noche lavada por la lluvia en un pueblo semidesértico, en donde se desarrollaba un velorio. Hacía frío y la casa estaba inundada. Mis primas, ya ninguna vivía con él, lograban soportar esa muerte, por momentos también se derrumbaban. Un lugar común escribir que el cielo lloraba. Todavía no puedo creer que no volveré a verlo. Eso supongo que es parte del dolor.
De las cuatro a las siete de la mañana de ese día, podrían caber años. En esa zona acostumbran cantar entre Rosario y Rosario, con una tonada bastante patética. La letra dice como estribillo: "Ya va siendo hora de que me vayan sacando". Y en entre estas líneas se desarrolla una despedida a todo lo que estuvo cerca de él: la casa, los padres, la esposa e hijos, inclusive se despide de "la arena y el viento, que fueron mis compañeros". En este momento es cuando uno tiene que amarrarse los bloomers y no soltar las lagrímas. Imaginen: de madrugada y con esa canción tan triste, con la ausencia y lo que es peor, tomando conocimiento de que ya será permanente.

Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
...
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan tristes,
tan solos los muertos.
Bécquer

Reyes
[3:10 p.m.]

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